lunes, 26 de julio de 2010

La década de los Beltrán Leyva en Nuevo León I

Mié, 19/05/2010 - 08:06 — Osorno

HISTORIAS DE NADIE- Milenio Diario de Monterrey



A lo largo de la década que está por irse, “la plaza Nuevo León” pasó de ser controlada por el Cártel de Juárez al de Sinaloa y luego por Los Zetas, que hoy la disputan con una coalición de grupos del crimen organizado dirigida por el Cártel del Golfo.

Basada en expedientes oficiales, esta es la historia de los acuerdos y traiciones entre el 2000 y 2010, en la cual, aparecen constantemente los apellidos Beltrán Leyva, unos hermanos oriundos de La Palma, un perdido poblado de Badiraguato, Sinaloa, en donde ni hay doctores ni escuelas y sí una vieja tradición de siembra de adormidera y mariguana desde principios del siglo pasado.

El misterioso pasajero

El avión Hawker 125-1A aterrizó la noche del 16 de mayo de 2001 en el Aeropuerto del Norte, en Escobedo. El destacamento de soldados de la comandancia de zona llegó unos cuantos minutos después. El piloto y el copiloto de la aeronave procedente de Acapulco, Guerrero, fueron detenidos junto con dos hombres nacidos en Sinaloa. Otras tres personas que también formaban parte de la tripulación habían logrado evitar el cerco militar, escapando misteriosamente con la ayuda de empleados de la terminal aérea usada principalmente para aterrizaje de aeronaves de carga y privadas. Una de las personas que había logrado escapar en esa ocasión, de acuerdo con informes de la inteligencia castrense, era el operador del Cártel de Juárez en Nuevo León, un hombre que en ese entonces era poco conocido a nivel local y nacional: Arturo Beltrán Leyva.

Apenas tres días antes, el 13 de mayo, un comando de hombres armados con AK-47 había incursionado de madrugada con tácticas militares a las instalaciones del Palenque de la Exposición Ganadera de Guadalupe, buscando a Edelio López Falcón, El Yeyo, quien por entonces era considerado el operador de los traficantes del noroeste en la región. Los aparatosos ajustes de cuentas entre las bandas del narcotráfico empezaron ese día en Nuevo León, donde, si bien en el 2000 habían ocurrido ejecuciones como la del comandante Francisco Hernández en el bar Chagoyos, o el intento fallido de una el 31 de agosto en contra de la abogada Raquenel Villanueva, nunca se habían registrado atentados en lugares públicos, algo que nueve años después se volvería habitual.

Por ese entonces, Beltrán Leyva encabezaba la célula del Cártel de Juárez, el grupo dominante en Nuevo León. El Cártel del Golfo, a través de su entonces recién creado brazo armado Los Zetas, había roto una alianza tácita que mantenía con la organización juarense para permitir el trasiego de drogas por la zona. La decisión, motivada por muchos factores, entre ellos el del reforzamiento de la seguridad en la frontera estadunidense, había desatado un conflicto armado de baja intensidad entre ambas organizaciones delictivas. Nuevo León era uno de los frentes.

La detención en septiembre de 2000 del empresario Julio Campos Martínez, quien vivía en El Barro, Santiago, Nuevo León, había alertado a las autoridades de las hostilidades entre ambos grupos y había puesto en evidencia también la ruta Cancún- Monterrey-Houston, que operaba el Cártel de Juárez, fundado por Amado Carrillo, sinaloense nacido en Navolato. A causa de esta detención, el 13 de febrero de 2001, el abogado sinaloense Fausto Jesús Medina Alvarado sería ejecutado en el estacionamiento de la tienda Costco, en Valle Oriente.

La clave de esta enredada madeja era Beltrán Leyva, el misterioso pasajero del avión Hawker 125-1A, un traficante que tenía pocas menciones en documentos oficiales, como por ejemplo en el expediente 11/98, del Juzgado Tercero de Distrito en Materia Penal del Distrito Federal, en el cual, Juan Galván Lara, chofer de Jesús Gutiérrez Rebollo, lo mencionaba como uno de los once principales lugartenientes del Cártel de Juárez en el país.

En aquel entonces, Beltrán Leyva no era ni El Barbas ni el Jefe de Jefes. En Monterrey era conocido como El Licenciado.

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