viernes, 19 de agosto de 2011

Yo me regreso a mi tierrita



Eduardo Ortiz León

Caborca, Sonora.- En nuestro ejercicio periodístico es común que se confundan las prioridades en aras de ganar la nota o la de ocho, bueno cuando se trabaja en un medio escrito, pues eso incrementa nuestro status y prestigio, dejando de lado, temas o historias que no son noticia, según nosotros pero que si pueden interesar a los lectores, pese a que nosotros no lo consideramos así, hay historias que merecen ser contadas y las tenemos a nuestro alrededor pero no lo hacemos y esos no debe de ser, pues nosotros debemos de ser el reflejo y un espejo de la sociedad pues ella ve lo que sucede en el mundo a través de nosotros los periodistas, nos dijo Diego Enrique Osorno en un taller sobre periodismo y esta es una de ellas, creo yo.
Guillermo Méndez Espinoza es un hombre joven de apenas 31 años, que desde los 15 años tuvo que dejar su tierra, su casa, sus padres para ir en busca de lo que buscan millones de personas en el mundo una vida mejor, para ellos y sus familias, una forma de vida que en su país le es negada, por muchas razones, pero la mas elemental, la falta de compromiso de sus gobiernos para dar a sus gobernados, las herramientas para que estos sea una realidad una y no una falacia, contemplada en sus constituciones o leyes, solo en el papel, pero nunca aterrizada en la vida de la sociedad.
Guillermo
Guillermo, es bajito,  moreno, piel tostada por el sol, característica de los hombre y mujeres que toda su vida han desempeñado labores al raso del sol, en todo clima y lugar, sus ojos son negros, al igual que su pelo lacio y abundante, que dice nunca le ha gustado traer largo, labio superior abultado, con un pequeño y ralo bigote que no alcanza a cubrirlo, barba también rala, estilo del indio Juan Diego, como la mayoría de los hombres de su raza, raza milenaria que pobló y dominó gran parte del sur de nuestro país y Centroamérica, los mayas, inventores del cero y grandes astrónomos, que hoy se niega a desaparecer ante los embates de la civilización que todo lo engulle y corrompe.
Al dejar atrás su tierra, Guillermo pretende llegar a los Estados Unidos, tierra de oportunidades y lugar donde podría dejar atrás su vida de miseria y privaciones, pues la parcela no daba mas que para sobrevivir precariamente, sale de su tierra por primera vez a los 15 años, y al llegar a la frontera con Estado Unidos, contacta con un pollero, quien lo pone en le lugar soñado, así pasa el tiempo y es detenido por la migra en varias ocasiones o en otras el mismo decide salir para visitar a sus padres en la tierra de sus amores y vuelve cada vez a donde ha encontrado trabajo en labores de jardinería y la construcción de casas y edificios, en un ciclo que se repite cada año o mas tiempo, según sea la suerte y la economía.
Sus intentos de cruce 
Pero llega un día, hace poco mas de un año que es detenido por agentes migratorios en el vecino país y lo deportan a México, dándole 5 años de provecho dice el, que significa que en cinco años no puede entrar hacia el vecino país, pues de hacerlo y ser detenido nuevamente, tendrá que pasar esos cinco años dentro de una cárcel estadounidense.
Esto no lo detiene sin embargo, pues el, una y otra vez intenta volver al lugar donde tiene un trabajo y gana lo suficiente para enviar a sus padres, el dinero que tanta falta hace y tan escaso es en su Chiapas querido, donde los salarios no rebasan el mínimo, autorizado por el gobierno, un salario mínimo que no alcanza para el sostenimiento de tan solo una persona mucho menos para dos o tres.
La postración en cama
Así pasa un año en Altar, Sonora, antesala para miles de mexicanos y centroamericanos que buscan el sueño americano, trabajando cuando hay oportunidad en las duras labores del campo, principalmente en la siembra y cosecha de pepino, dice, junta un dinerito y vuelve a intentarlo, finalmente hace una semana  y media, de repente le aparece una tumoración en el lado derechote su cara, se le inflama toda esa parte desde la parte inferior de la mandíbula hasta la oreja y parte del ojo, con fuertes dolores, esto sucede cuando se trasladaba a la costa agrícola de Caborca, en la comisaría Y griega, al no soportar el dolor, decide ir al hospital general de Caborca que es donde lo encuentro y accede platicar conmigo de sus experiencias, en un rincón del pequeño cuarto de hospital una mochila y una bolsa de plástico de supermercado, guarda sus poquísimas pertenencias.
Guillermo, dice me pegó un jalón, refeo en mi cara y se me empezó a hinchar, no puedo tomar mis alimentos ni siquiera agua, pudo pasar porqué me duele, dicen los doctores que me van a operar, pero yo no quiero, necesito trabajar, siempre lo hago, esté donde esté, dice con voz baja.
Los robos y acoso por la policía mexicana
Y platica, tranquilo, pausado, quedito, aquí me ha pasado de todo, la policía abusa de nosotros, porque no traemos papeles en una ocasión en Tijuana, queriendo cruzar, trabaje un tiempo con un ingeniero, quien me dijo que yo tenía trabajo el tiempo que quisiera, pero hasta tres veces me agarró la policía y me quitaba mi dinero, me acuerdo una vez, era sábado, acababa de rallar, salí de mi cuarto para ir a la tienda y que me llegan dos policías en moto y me dicen, a ver que haces aquí yo les dije pero, no, ellos querían mi dinero, me lo quitaron y me dijeron ahora vete, córrele sino te llevamos, a veces hasta el lonchi nos quitaban, también San Luis Rio Colorado, se molesta uno, la mera verdad, pos que te voy a decir, dice desalentado y triste.
Terminamos nuestra plática, y luego me dice, no me gusta, pedir, me da vergüenza, pero no se usted, si podría, se pasa la mano por su cabello, y yo pensando me va a pedir ayuda, dinero, o no se pienso, pero el dice, de manera humilde, no podría conseguir que me corten mi pelo, no me gusta traerlo así, claro le digo, y con esa promesa me voy.
Hablo con la trabajadora social, Raquel, quien es una persona que siempre está ahí para atender casos en que no se pueden cubrir las cuotas o costos por aquellas personas que no tienen seguridad social, y le digo lo que quiere,   Guillermo, quedando en volver con alguien que corte el pelo, buscando ir al ICATSON para traer una estudiante de ese centro o maestra que lo quiera hacer, no lo hago, sin embargo tres días después  ya que era viernes, vuelvo y dono una maquina para cortar el pelo a la trabajadora social, prometiendo ella que va a ver entre sus compañeros quien lo haga, ya que al pasar a ver a Guillermo, este ya ha sido operado y un enfermero, me dice que no se le puede cortar el cabello, pues tiene su herida recién suturada y de hacer un pelo en ella hay un gran riesgo de infección si no se detecta.
Yo me voy a mi tierrita
Hoy  el tiene casi dos semanas en el hospital y al preguntar por el, la trabajadora social, me dice que está enojado, molesto y ya habla de querer irse, vino un reportero de El imparcial y no quiso hablar con el, comenta, pero está bien y tan pronto sea dado de  alta, voy a ver como ayudarle, dice como si fuera algo normal y cotidiano.
Lo último que me dijo este mexicano en desgracia, enfermo y lejos de su tierra y familia, al preguntarle, y después, que piensas hacer? Buscar trabajo, quiero irme a mi tierrita, a Chiapas, ya está bueno, mejor allá, a sembrar maizito y frijol.
Quizás el vuelva de nuevo a intentar cruzar y esta vez no corra con tanta suerte, pasando a ser parte de las estadísticas, de acuerdo a la última cifra oficial según la Secretaría de Relaciones Exteriores, fueron 396, las personas que murieron en su intento por cruzar un incremento respecto al año anterior 2008 que fue de 344, y que este año seguramente serán mas de 500, solo de los contabilizados o encontrados de manera oficial, faltan los casos de personas desaparecidas o no encontradas por sus familias que pueden llagar a triplicar o cuadruplicar estas cifras.

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