Una de las camionetas baleadas durante el enfrentamiento en Reynosa.
Foto: Tomada del Twitter Reynosa Xtrem
Foto: Tomada del Twitter Reynosa Xtrem
MÉXICO, D.F. (apro).- La noche del pasado 10 de marzo, la ciudad de Reynosa vivió una de sus peores pesadillas. Durante tres largas horas, un sector de la ciudad fronteriza se paralizó por los narcobloqueos y enfrentamientos entre las bandas del crimen organizado sin que la policía o el Ejército pusieran un alto.
Las cifras de muertos varían, las redes sociales reportaron 50, otros más de 36. Pero de esto casi ningún medio informó y el gobierno federal estableció una cortina de silencio, como si con eso dejara de existir este pasaje violento.
La agencia Apro informó al día siguiente de los hechos dándole la dimensión de gravedad al enfrentamiento que tuvieron los grupos de pistoleros que quemaron autos y provocaron el terror entre los habitantes de esta ciudad de Tamaulipas, en la que constantemente hay pugnas pero no de esta magnitud.
El hecho fue tan impactante que otros medios tuvieron que publicar, pero con notas pequeñas, minimizando la batalla en las calles entre grupos de hombres armados que por horas se apoderaron de avenidas y colonias de la ciudad fronteriza con Texas, ante una ciudadanía indefensa que tuvo que esconderse en sus casas, negocios y hasta en un circo que canceló su función.
Una semana después el diario texano The Monitor informó que, de acuerdo con fuentes policiales de Reynosa, los enfrentamientos se sucedieron por tres horas entre las facciones del Cártel del Golfo leales al jefe Mario Pelón Ramírez contra los grupos de Miguel El Gringo Villarreal.
Como si fuera una infidencia y no una obligación de informar la “fuente policial” que pidió el anonimato dijo que esa noche del 10 de marzo los pistoleros equipados con armas de alto poder se desplazaban en convoyes de hasta 20 camionetas, y que aún sin poderlo confirmar la cifra real de fallecidos era de al menos tres docenas.
Señaló que en los enfrentamientos se utilizaron granadas, metralletas Barret Calibre 50 y camionetas blindadas. El comunicado oficial anunció el aseguramiento de siete sicarios, 22 vehículos utilizados y dos muertes durante el enfrentamiento.
De acuerdo con un recuento de la agencia Apro, en los últimos dos años ha habido al menos 15 ataques a medios del noreste del país con explosivos y armas de grueso calibre por parte de grupos del crimen organizado. Faltaría tomar en cuenta los ataques en Guerrero, Veracruz, Guanajuato y Michoacán.
A pesar de la trascendencia de los sucesos, la ley del silencio impuesta por el crimen organizado, solapada por las autoridades estatales y federal, se aplicó en esta y otras ocasiones y las noticias que antes eran de primera plana ahora son diluidas en la mayoría de los medios, principalmente en las televisoras y estaciones de radio a nivel nacional.
La ley del silencio impuesta en ciertas regiones del país por las bandas del crimen organizado, lamentablemente parece que también la aplican los gobiernos locales y la federal en su intento de querer controlar la situación de violencia mediante una estrategia mediática.
Esto es doblemente preocupante y riesgoso porque se trata de la supeditación completa de las autoridades locales y hasta la federal a la ley censura impuesta por los distintos carteles.
También es grave porque esta estrategia del gobierno de Enrique Peña Nieto de querer aparentar que la situación está controlada bajándole el tono, la cantidad y la información que se genera desde la violencia de la guerra contra el narcotráfico únicamente ofrece una imagen falsa de la realidad sin que la cambie de fondo, abonando más al imperio de terror y silencio establecido por el crimen organizado a través de amenazas, atentados y asesinatos a los periodistas y sus medios.
La violencia seguirá presentándose en el país a pesar de estos esfuerzos de querer controlar la información. No se puede controlar la realidad administrando las noticias y tampoco dejando sin protección a los medios de información y a los periodistas. El axioma de entre menos sepan es mejor al final resultara contraproducente porque los diques de la censura han sido fácilmente rebasados y la violencia sigue cobrando víctimas de manera incontrolable.
Twitter: @GilOlmos