lunes, 28 de noviembre de 2011

Violencia asesina ¿la prevención de esta es imposible?


Eduardo Ortiz León
Caborca, Sonora.- A todas horas y todos los días, quizás cada minuto ocurre un acto de violencia donde algún mexicano es asesinado con armas de fuego de las llamadas armas de asalto o de grueso calibre, lo que habla de la existencia de miles de armas en posesión de grupos criminales principalmente, esto a pesar de las   campañas impulsadas por los tres niveles de gobierno para la despistolización y operativos para detectar personas armadas, como medidas de prevención, que pretenden abatir los índices de asesinatos o  ejecuciones, así como accidentes mortales en los hogares, sin embargo a pesar de estos esfuerzos, estos casos se incrementan y en algunos casos se disparan a la alza, haciendo de estas  medidas algo inútil, pues los resultados son ínfimos, ya que son pocas las armas que se logran retirar de las calles y casi siempre estas son inservibles, siendo estos programas,  solo una forma y pretexto para que las autoridades proyecten su imagen como de que están haciendo algo por acabar con este lastre.
La realidad es que mientras las corporaciones policiacas no sean depuradas de sus malos elementos y desde el gobierno federal no se instrumenten medidas carreteras y enfocadas  a erradicar el productivo tráfico de drogas, armas y personas, la violencia nunca acabará, al menos este tipo de violencia.
En el caso de nuestra región, estamos cada vez pero pues no hay semana en que se dé al menos un asesinato o desaparición de personas, levantadas por grupos armados,  que sostienen un guerra por el control de la zona o por  diferencias entre ellos.
Mientras las autoridades de los tres niveles realizan reuniones mensuales y presentan cifras alegres de que los índices de violencia van para abajo, según sus estadísticas, en los hechos y la realidad, esto es falso como una moneda de dos pesos.
Cuando no es aquí dentro de la ciudad es en la zona rural y  todo esto pone en evidencia a los cuerpos policiales de todos los niveles, pero principalmente de la policía municipal, y que esta corporación como es la de que cuenta con mayor número de elementos y es la que conoce de forma directa quienes forman parte de grupos delictivos, mientras que las otras corporaciones apenas cuentan con cuatro o cinco agentes para relizar su trabajo de combate a l delincuencia.
Sin embargo, a pesar de los anuncios y buenas intenciones por parte de instancias como el consejo municipal para la prevención de los delitos, nada se hace o se lleva a la práctica haciendo imposible que la prevención de estos delitos sea una realidad.
Medidas tan simples como el verificar autos que evidentemente circulan en la ciudad de manera ilegal, con placas sobrepuestas y sin ellas, aquellos que circulan con los vidrios totalmente polarizados haciendo imposible identificar  a las personas que los conducen, las caravanas de vehículos del mismo tipo, el vigilar casas o domicilios donde viven personas sospechosas y otras acciones, son simplemente ignoradas, y cuando se realizan operativos quien sufre por esto son solo los ciudadanos que tienen un modo honesto de vida, puesto que las personas que bien al margen de la ley raramente son molestadas y en estos filtros o retenes pasan como Juan por su casa, circulan por las calles de nuestra ciudad y carreteras principales y  rurales sin alguna restricción, muestra de ello es que nunca o casi nunca son ubicados después de cometer un asesinato o levantón, a pesar de las cámaras y presencia policiaca, ya que la autoridad o agentes de la ley, llegan como abejas de un panal a la escena del crimen estorbándose unos a otros y haciéndose pendejos, dando oportunidad a que los autores se alejen para después una vez logrado su propósito entonces si, circular por todos los puntos d ela ciudad o región  haciendo un escándalo, como que hacen algo, pero no haciendo nada, solo gastando  gasolina y destruyendo patrullas en ocasiones, y claro molestando a las personas que por no tener nada que temer circulan por las calles realizando sus actividades normales, a los que se trata como delincuentes, con despotismo, prepotencia y en algunos casos hasta se les agrede por el solo hecho de reclamar sus derechos maltratados.
Que no se les atraviese un pobre mortal pues entonces si se le encaraman y le buscan por todos lados para chingárselos, y cuando se topan con alguien al que le ven toda l finta de mañoso o les dice alguna clave esta es dejada ir de inmediato, pagando así justos por pecadores.
Eso si  diariamente se desperdician cientos de horas hombre y recursos como gasolina y desgaste de  vehículos tanto en la mañana, como la tarde y noche para ubicar a pobres cabrones cuyo único delito es ir mal vestidos, llevar una mochila o su aspecto personal, llevar cabello largo, o cosas así para ser detenido en el mejor de los casos para una revisión de sus pertenencias e identidad y  de no poder probar su residencia o nacionalidad, son objetos de abusos por parte de agentes y oficiales, quienes a pesar de estar al tanto de cuales casos son constitutivos de delito al violar los derechos humanos y garantías individuales, lo hacen, al sentirse protegidos por sus jefes, con total impunidad, poniendo a los ciudadanos en estado de indefensión.
Como podremos entonces los ciudadanos  ver a los policías de cualquier tipo, como nuestros protectores y defensores, como debe de ser su fin y propósito? La respuesta es simple, nunca y llanamente ¡nunca!, porque ellos mismos se esfuerzan en que los veamos como nuestros enemigos y no como deberá de ser en nuestros amigos, claro que no son todos, pero si en su mayoría quienes ostentan un mando y principalmente sus cabezas pues nada pasa, sin que los jefes estén al tanto.
Una prueba de esta desconfianza es como son nulas o casi nulas las llamadas o informes a los teléfonos proporcionados por las autoridades para que se denuncien a personas que se dedican a la distribución de drogas o tráfico de las  mismas o cuando se está llevando a cabo un delito de esta naturaleza, pues saben que sus denuncias serán ignoradas y en muchos de los casos los operadores y encargados de atender estos llamados, en lugar de alentar esto hacen todo lo contrario, parecen tener instrucciones de que esto sea sí, pues pierden deliberadamente el tiempo haciendo preguntas ajenas al caso y en otras hasta pretender obtener el nombre de los denunciantes a pesar de la oferta de que estas serán anónimas y confidenciales, lo que hace a estas personas prometerse nunca más cumplir con su deber ciudadano.

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Se admiten, madrazos, chingadazos si son justos y merecedores. Quien este libre de pecado que tire el primero