Caborca, Sonora.- La frase que da título a esta crónica fue pronunciada por un hombre agotado, triste pero no vencido, su nombre Cairo Reyes, 40 años de edad, casado, con una hija de 10 años, que es uno de los motores que lo impulsaron a buscar nuevos horizontes en solitario, dejando a su pequeña y a su esposa, en la ciudad que lo vio nacer, Managua, en Nicaragua, la tierra del inolvidable Augusto Sandino.
Cairo al igual que millones de personas en nuestra tierra americana, es uno mas que busca el sueño de todo hombre de bien, en tierras ajenas y lejanas al hogar, en busca de lo que la suya no puede darle(Tal y como también acontece en nuestra patria, que tomada como botín por grupos de desaprensivos y corruptos, ha expulsado de su seno con el mismo propósito a mas de 20 millones de mexicanos) seguridad de un empleo, salario digno y suficiente para poder sostener a los suyos, pero sobre todo para no caer en la tentación de tener que delinquir para poder proporcionar todo lo que se necesita a las personas que ama y ante esa disyuntiva, prefieren enfrentar los sufrimientos de una larga odisea, pasando, hambre, frio, desprecios, abusos, injusticias, desveladas, peligros sin fin, pero que no los arredran ni amilanan en su propósito, por eso merecen honores, no solo, el de contar sus historias, sino honores de verdaderos héroes, pues con su tesón, su empuje, su perseverancia a un fin, los enaltece y glorifica, pero desgraciadamente, sus historias, sus peripecias, pocas veces son contadas o se dan a conocer, pues pasan por el mundo desapercibidos, ellos no nacieron en sábanas de seda, ni tienen pedigrí, son simplemente nada o poco menos que nada, para los que tienen la obligación y la responsabilidad de proporcionarles, oportunidades de trabajo, educación, seguridad y salud, los gobernantes, que son iguales en todas partes poco menos que basura, pero basura fina, pues a ellos si se les recordará en los libros de historia, pues la historia la hacen ellos, no los jodidos, los olvidados, los hijos de nadie.
Cairo salió el 6 de Febrero de este año de su tierra natal, por fortuna traía 20 dólares, 240 córdobas, recurso que apenas si le alcanzaron para llegar El salvador, después de pasar por Honduras, ni siquiera una décima parte del recorrido que pretendía realizar, llegar a la frontera con Estados Unidos de América, esa nación que nos ha robado el nombre de americanos y que es hoy el mayor receptor de migrantes del globo terráqueo.
Todo eso me lo cuenta sin sombra de pesar en su rostro, con una sonrisa ¿ y de ahí que hiciste? Le pregunté al llegar a esa parte de su relato, me dirigí a una estación de policía y ahí les dije que me dirigía hacia Estados Unidos, que el dinero se me había acabado y tenía hambre, el policía que me atendió le platicó a sus compañeros y entre todos hicieron una recolecta, juntando 50 dólares que me entregaron, además hicieron un documento manuscrito que sellaron, donde solicitaban se me dieran facilidades y ayuda, una vez mas tomé un autobús y llegué a La ceiba en territorio ya de México, de ahí, recuerdo que llegué un sábado, me dirigí a Tenosique, donde me dijeron podía tomar el tren para venirme a la frontera, son 68 kilómetros los que anduve a pie, afortunadamente hasta entonces no me pasaba nada.
Una vez en Tenosique, llegué a la casa del migrante donde estuve dos días, hasta tomar el tren el cual abordamos 326 personas ¿y como sabes el numero? le dije, es que nos contamos todos los que estábamos , de esos tan solo llegamos como 180, a un lugar que no recuerdo pero que está antes de Tierra blanca, a donde llego después de tomar otro tren y ahí otro para Orizaba, para tomar otro a Lecherías, ahí hay dos tipos de trenes, me dice, el de Kansas city railroad y el de Ferromex, ahí debería haber tomado el primero, pero uno de los garroteros del tren me tumbó de un puntapie y no pude subirme, entonces me dirigí a Huehuetoco, donde me subí a uno que me dejó en Querétaro., ahí gracias a dios hubo muchas personas buenas que me ayudaron, me dieron comida, bastante comida, agua y dinero, traía 200 pesos de los de aquí. Ahí tomé otro tren y el maquinista me dejó abordar la segunda máquina, para que no me agarraran los de migrción, me dijo, pero que no tocara los aparatos y me llevó hasta San Luis.
El primer tropiezo, es secuestrado
Y así, continua de manera pausada, siempre lo mismo dejar un tren y tomar otro, siempre adelante, hasta llegar a la frontera en Nuevo Laredo, una vez ahí, dice, me secuestraron, me secuestró un propio, como te dijera, uno de mi propio país, un nicaragüense, me dijo y tu a donde vas? Ya le dije y me dijo, porque no jalas con nosotros,, lo interrumpo y le digo, como te secuestró? Traía armas o que? no, no traía armas pero traía gente, eran muchos de volada me rodearon y me llevaron a una casa donde me encerraron 22 días, querían que les diera un número de teléfono, para llamar, se los diste No, ¿como se los iba a dar? sino conozco a nadie, ni tengo familia, me dice, No pues si como te lo iban a sacar, no? Pues si, te golpearon, no nada de eso, pero no me daban comida, cada tres o cuatro días, cuando se acordaban, y que ¿te daban? Frijoles, dice, con tortillas? no solo frijoles y agua, hasta que un día estaban ellos borrachos, tenía una caja de madera donde estaba, me subí en ella y arranqué una tabla del sobre techo y salí corriendo sin rumbo, escuché ruido y pitidos de un tren y lo tomé, me trajo hasta una ciudad que no recuerdo el nombre ya te lo dije antes, Saltillo, mas adelante, Torreón, me dice y de ahí me trepé en otro hasta Guadalajara, donde agarré el que venía para acá.
Librado de otro secuestro
De ahí e fui a Piedras negaras donde estuve tres días en un albergue de migrantes, antes de contar su experiencia en ese lugar me dice, hay muchas iglesias que se dicen cristianas pero no lo son, lo dejan a uno abandonado en la calle, es como si te salvaran en el mar y te dan un salvavidas, pero a los tres días te tiran al mar de nuevo para que te ahogues, eso me pasó en el albergue, los tres días nos corren pues dicen que esas son las reglas y ahí afuera está lleno de halcones, quienes te agarran te secuestran, después de dos días me sacaron junto a otros ocho, y afuera estaban ellos, no se como pero logré escaparme y tomé otro tren.
Y así, sigue, sube a un tren, lo deja, descansa, emprende d e nuevo el mismo camino y por fin toma el que sería su último intento hasta llegar a la situación en que se encuentra hoy, en una cama de hospital dos de sus piernas fracturadas, esperando a ver que le depara el destino, si regresa a su patria derrotado y además tullido o se cura y sigue adelante en pos de su propósito.
Este no es el final
Y que pasó? le digo, pues ahí yo me había juntado con otros tres y venía un segundo grupo como de 40 que se subieron unos 10 o 15 vagones mas adelante, todos eran mexicanos, dice, al menos eso dijeron, y el pasado Sábado, salimos de Empalme, creo que se llama y todos veníamos en el techo, yo tengo miedo a subirme pero ahí venía, ya noche, nos acostamos todos juntos, uno enseguida de otro para darnos calor, pues hacía mucho frio, eran ya como las 10.00 de la noche y nadie traía cobijas, lo último que recuerdo es que alguien me jaló y caí del tren, ¿no te caerías y no recuerdas? No, dice, porque veníamos todos juntos, estoy seguro que alguien me tiró, y que pasó? No se como, dios es grande, alguien del tren se dio cuenta, se pararon y me subieron, donde fue eso? Como a unos 20 minutos de llegar a la ciudad, de ahí, me trajeron a la estación aquí y ya habían hablado a una ambulancia, y ellos me trajeron hasta aquí.
En ese momento llegan dos mujeres, parecen religiosas y preguntan si pueden platicar con nosotros, yo, que me espera mi esposa y suegro en mi carro, les digo si pueden esperar un momento y ellas asienten, retirándose, apenas empezaban a preguntar si sabíamos de dios o quien era dios, dentro de mi digo y pregunto ¿Cual dios? Si dios existiera no permitiera tanta injusticia, separando familias por la necesidad y la falta de oportunidades para una vida, feliz y plena por no ser rico, la vida no es como en las telenovelas , donde al pobre siempre se le induce a serr conformista y espera una vida mejor cuando muera, en un cielo que les dicen está vedado a los ricos, pues hay un proverbio en su libro sagrado que dice, primero ha de pasar un camello por el ojo de una aguja a que un rico llegue al paraíso o cielo.
Volviendo a nuestra platica, le digo, entonces estás seguro, que no pudiste haber caído, completamente, pues sonámbulo no soy, no tengo vicios, no usos drogas, apenas estaba aprendiendo a fumar otra vez, y ahí arriba no era la primera vez que lo hacia, dormir, si le tenia miedo, dormir arriba, pero clarito sentí, cuando me agarraron de la sábana.
Cuando despertaste? Como te trajeron aquí, su voz se entrecorta y tartamudea, dios pu, pu, puso a alguien ahí y detuvo el tren eso es lo increíble, era de noche, no? Si , alguien llamó y una ambulancia me recogió en la estación.
Platicamos de su familia y como no ha podido comunicarse con ellos, prometiendo yo comprar una tarjeta para que hable o bien llevarlo a casa para que lo haga, y le pregunto, y que piensas Cairo, piensas volver o sea regresarte con tu familia, No, me dice seguro, no puedo regresarme, yo quisiera regresarme de nuevo, tomar un tren que me tire para allá, pero yo salí con un propósito, y un hombre que quiere a su familia y a sus seres queridos, no dejan de buscar como ayudarles, a que me voy a regresar? Pregunta, a delinquir, porqué allá no hay trabajo, yo estudie 12 años de mi carrera para trabajar y si no puedo hacerlo en mi tierra, yo lo que quería era trabajar un año.
Las fronteras no existen, hermano
Yo siempre he dicho, hermano, las fronteras no existen las fronteras las tiene el ser humano en su corazón, si usted va a mi país, no necesita visa ni nada, no hay inmigración ni policía, si tu vez un policía y le pregunta, una dirección, por una clínica el va y te dice, se que hay muchos que traen otros propósitos, robar que se yo, se que hasta han matado, a una profesora supe yo, pero ellos no son nicaragüenses, son Hondureños, si tu tiene su propósito en tu corazón debes seguirlo y hacerlo con el corazón, así termina su historia, este hombre, solo y en tierra extraña, espero que esto sirva para otros que como el han recorrido este mismo camino, no para desalentarlos, mas bien para que entiendan los riesgos que corren y como hay de todo, gente buena y gente mala, espero que Cairo, encuentre y consiga su propósito.
El por lo pronto espera un nuevo día, para que se le consiga un lugar donde reposar ya que en le hospital no puede ser por políticas institucionales, necesita una silla de ruedas prestada, ropa, que alimentos ya sabremos como proveerle y si alguien quiere llevarle dinero, pues mucho que mejor, asi, podrá mandar algo a su familia, que hace poco mas un mes y medio dejó, quien sabe si con lo suficiente o no, puesto que no quise preguntarle, para no hacerle recordar una preocupación mas, a la de su situación personal en cuanto a la salud