viernes, 13 de julio de 2012

El toto



Eduardo Ortiz León
Llegó un día, nadie supo de donde, ni de donde era, corrían muchas historias sobre su origen, algunos en el rancho ya lo conocían de haberle visto en otra parte, pero la mayoría no, yo era uno de ellos y uno de los que alguna vez lo correteo y apedreo, mi primer recuerdo de el, es sobre como vestía, pantalones  demasiado grandes para el, amarrados con un pedazo de cuerda de ixtle de esa que usábamos para amarrar los costales utilizados para los granos, maíz, ajonjolí o frijol, cuando se levantaba la cosecha, camisa raída y desfajada, mal abotonada a veces, despeinado y sucio,  era de piel blanca, que cuando reía o se enojaba, que esto ultimo era en muy raras ocasiones, se volvía roja, exageradamente roja, cara delgada y llena de arrugas como si esa edad  entre 20 o 30 años ya hubiera vivido dos vidas, cuando llegó quien sabe porque, causó sensación entre la plebada, que lo siguió desde su entrada al rancho, llegó por las vías,  por la carretera, una vereda, no lo se, solo se que cuando lo vi un grupo de niño, le gritaba y le toreaba, el solo reía, en su mundo el nos veía solo como unas moscas, molestas pero no capaces de herir, y con ademanes quería espantarnos, algunos eran niños crueles sin saberlo, pues con ramas le picaban las costillas al revolotear alrededor, le decían El toto, de su nombre o apellidos, nadie supo jamás, se decía que se había vuelto al morir su madre, que su padre era un trabajador ferrocarrilero, pero que lo dejó abandonado al morir la esposa, quien sabe si esta historia  fuera cierta pero nunca se le conoció familia.
Poco a poco nos fuimos acostumbrado a su presencia, era muy servicial si lo mandaban a realizar alguna pequeña tarea la hacia, pero no poda hacer cosas complicadas, pues de repente se quedaba, mirando a ningún lado, como pensando, se reia solo en esas ocasiones, sabe que pasaría por su extraviada mente,.
Recuerdo solo una ocasión en que se portó violento y el objeto de su violencia fue uno de mis hermanos, no se si  Toño el que me seguía o Daniel que era mas chico,, mi hermano caminaba por una verdad a orillas del arrollo casi para llegar a la casa, encontrándose con El toto, nunca supimos porque o que lo motivo a actuar de esa manera, de repente lo agarró del cuello y quiso estrangularlo, de eso se dio cuenta un tio mio que estaba sentado por fuera de la tienda de mis padres, tomándose una soda y rápidamente corrió a quitárselo, se hizo un escandalo muy grande arriba de una pequeña lomita de tucurubari estaba la casa de mi tia giro a unos 50 metros de la nuestra, abajo junto al arroyo un limón siempre lleno de limones en toda época del año quizás por estar cerca del agua, ahí frente al limón fue donde sucedió esto,  la gente empezó a llegar y lo quisieron linchar, algunos lo golpearon con sus puños entre ellos mi tío, lo amarraron y se lo llevaron a encerrar en la casa de don Jorge Carrasco en la vivía su hijo Armando, que tenia unos cuartos con unas puertas grandes de madre y el de la esquina frente a la iglesia unos fuertes barrotes también de madera, parecía una celda de prisión y de ello sirvió para resguardar a El toto de la ira de la gente, no supe quien ni como se impidió fuese asesinado por la turba, quizás fue que la cordura volvió a todos, no lo se, ni lo recuerdo, ahí duro muchos días, tampoco recuerdo si se lo llevaron a la cárcel o  se le corrió del rancho, solo se que en esos días muchos íbamos y apedreábamos la ventana para querer pegarle pues por ella se asomaba con sus ojos bien abiertos de vez en cuando El toto, sus ojos que por cierto eran azules o gris verdosos, le daban comida por la ventana y agua.
Este episodio con el tiempo fue olvidado pero los niños jamás volvimos a acercarnos a El toto, pues aviamos ya que a pesar de su carácter apacible y siempre riendo podía volverse violento y de eso se encargaban nuestro padres quienes si veían después de eso a algún niño molestándole le daban una buena paliza con una vara de chicura o guasima en las canias y verijas, no quedando a nadie ganas de volver a hacerlo, aunque había sus excepciones con los chamacos ingobernables del pueblo El titi y Miguel Ángel, los hijos del churi, a quienes  le valía madre todo.
Otra cosa que hoy a la distancia me vuelve a la mente, que El toto era muy limpio, solo la primera vez que lo vi, fue sucio, después ya no, cada mañana antes de que amaneciera incluso, el ya había tomado un baño sea ya en las heladas aguas del rio, arrollo o el dique, que era una especie de presa pequeña  donde se retenían las aguas termales que en varias partes del rancho brotaban por el lado del rio y que servían para que algunos vecinos como Pedro Pérez, don José Miranda y don Fidencio, regaran sus siembras en las arenas de orillas del rio conducida el agua por un pequeño canal de tierra que finalizaba en las tierras de don José, quien tenia varios guayabos los que cada vez que se llenaban de fruto los robábamos, vigilando cuando no estaba el para hacerlo y que cuando nos sorprendía nos correteaba echándonos madres,  fue en este dique donde todos acudíamos en tiempo de frio a bañarnos antes de ir a la escuela y lugar donde algunas veces me toco ver como se bañaba El tt, nunca usaba jabón, pero se tallaba, tallaba y volvía a tallar a veces con tierra del fondo o piedras, hasta que su pile se ponía roja de tanto friccionarse, quien sabe que era lo que lo impulsaba a ello, pero así era,  el duraba mucho bañándole, lavaba su ropa al mismo tiempo, y la ponía a secar en las espinas que Pedro Pérez ponía sobre el cerco de sus tierras para que no nos metiéramos a robar sandias cuando había y esperaba dentro del agua hasta que estas secaban o les faltaba poco, no importándole ponerse su ropa húmeda.
Desaparecía por temporadas pero siempre  volvía, nadie sabia a donde iba ni a que, solo sabíamos que el día menos pensado llegaría por las vías del tren o una vereda de cualquier parte, vendría con su eterna sonrisa y a veces con una tonadilla, chiflando o tarareando, yo salí del rancho, me hice grande, me casé, tengo hoy hijos grandes y del Toto, no se mas, desconozco si murió, si vuelve al rancho o no pues tengo 20 o casi 20 años fuera,  como El toto fue solo un personaje al que conocí de niño no se ha dado el caso de que pregunte por el y que ha sido de su vida.