miércoles, 13 de marzo de 2013

Febrero, el mes "menos" violento




Febrero, el mes "menos" violento
Mientras esperaba un pesero en la esquina de División del Norte y Municipio Libre me puse a ojear los titulares de los diarios que estaban colgados en un puesto de periódicos y uno en especial llamó mi atención. Decía:  “Febrero fue el menos violento en 40 meses”. Era el titular de la portada de Milenio del 9 de marzo. Paradójicamente la edición de ese día de Milenio estaba rodeada de varios periódicos amarillistas con fotos explícitas sobre ejecutados que siguen siendo vistas con morbo más que con preocupación por los miles de transeúntes curiosos que día a día se pasean por los puestos de periódicos. En casa me metí a la versión digital del artículo y menciona que febrero de 2013 fue el mes menos violento en 40 meses porque “sólo” hubo 914 ejecutados y que dicha cifra descendió un 17.3% con respecto a la de enero. La nota incluía también una infografía con los meses menos violentos desde el 2006.


Una ves que terminé el artículo me pregunte: ¿Por qué febrero? He aquí una posible respuesta: febrero fue un mes de hiperacontecimientos nacionales e internacionales. En lo deportivo, a principios de mes el Super Bowl XLVII tuvo en vilo a millones de mexicanos gracias a que participó un equipo con mucha afición en México como son los 49’s de San francisco y porque fue un partido reñido de principio a fin. Mientras tanto, en el ámbito internacional nadie sospechaba que por primera vez en más de 400 años renunciaría un Papa durante sus funciones como jerarca católico. El mes terminó con la noticia sobre la acusación de la PGR contra la ex lideresa del SNTE —y villana número uno en el imaginario nacional— Elba Esther Gordillo por lavado de dinero. En mi opinión, dichos acontecimientos sirvieron de cortina de humo para que la extrema violencia que se sigue viviendo el país pasase a un segundo o, incluso, tercer plano.

Con estos macro acontecimientos copando las pantallas de los noticieros y las portadas de los diarios no debería sorprendernos que se hable del mes menos violento en más de 3 años y que —ingenuamente— creamos que así fue. Si ponemos atención en otros acontecimientos que sucedieron en el país durante febrero descubriremos que a unos días de que la Administración Peñista cumpla sus primeros cien días en el poder, no hay nada nuevo bajo el sol, es decir varios estados del país siguen viviendo en un estado de guerra y otros tantas amenazan con descomponerse del todo. Este es el caso del Estado de México, donde efectivos del Ejército Mexicano están patrullando los municipios conurbados de Naucalpan, Huixquilucan, Tlalnepantla, Nezahualcóyotl, Ecatepec y Atizapán de Zaragoza.

Sobre las razones del la presencia castrense en zonas del Estado de México una habitante de Ecatepec que trabaja como bibliotecaria en la zona de Jajalpa me comentó lo siguiente:

Todos salimos puntualmente a las 18:00, porque cuando oscurece ya no se puede estar por algunas de las calles, porque empiezan a rondar los carros con muchachos armados para abastecer de droga.

Desgraciadamente este tipo de vivencias cotidianas solo logran salir a la luz si algún periodista o investigador se las encuentra por su camino. Resulta increíble cómo el territorio nacional está henchido de historias de miedo, tristeza, desesperación, y frustración que deben ser contadas y, sobre todo, escuchadas por todos aquellos que piensan que la violencia solo se cierne sobre periodistas y/o activistas, o bien que sólo está circunscrita a algunas zonas del país, a donde nunca irían. Esto da razón de que aún hay algunas élites —o suertudos— que aún no conocen a alguien cercano que sufra los efectos psicosociales de un asesinato, una desaparición o algún delito de alto impacto como la extorsión. Para, otros, aunque estén informados de la realidad, prefieren esconderse tras la ilusión necesaria de que a ellos nunca les pasará. Muchos de los que hoy sufren el dolor inconmensurable de asesinatos cercanos o desapariciones pensaron lo mismo y piden a gritos que escuchen sus casos para que no le suceda a nadie más. Que el dolor no siga unundando el país.

Debido a lo anterior,  no nos cansaremos de divulgar en nuestra homepage es la tragedia de los desaparecidos. El mismo día que elementos de la PGR capturaron a Elba Esther Gordillo, Lía Limón, Subsecretaria de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, anunció en conferencia de prensa que la cifra oficial de desaparecidos —y/o extraviados— en México es de 26,121 personas. Con el anuncio se comprobó que el Gobierno de Felipe Calderón sí había empezado una base de personas desaparecidas y extraviadas a partir de las denuncias y que “no le alcanzó el tiempo”, como diría el ex Secretario de Gobernación en referencia a la búsqueda de los desaparecidos, para completarla. En mi opinión es importante que se haya dado a conocer la existencia de la base de datos porque nos brinda un suelo numérico de la tragedia. Y digo “suelo” porque el delito sigue sin ser tipificado en muchas entidades federativas y también porque la base sigue estando sin depurar y además no incluye la tremenda cifra negra que existe en este tipo de delitos.

Para ilustrar el caso vale la pena leer la experiencia de las compañeras de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (FUNDENL) en una prepa bilingüe de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) cuando les pidieron a los chavos que levantaran la mano si conocían a algún  familiar/amig@/vecin@ que estuviera desaparecid@. Imaginen la sorpresa que se llevaron cuando el 80% de los chavos en un aula con aproximadamente 100 jóvenes alzaron la mano. En una mesa redonda en la que participé en la FLACSO intenté hacer un ejercicio similar en un auditorio de 120 personas y pude ver cómo al menos 10 personas alzaban la mano. Quizás la proporción no sea tan impactante como la de Nuevo León, pero me maravilló dado que el contexto eran unas jornadas académicas en el DF, la autodenominada “ciudad más segura del país”. No me puedo imaginar lo que será un salón de clases en Michoacán o Tamaulipas.

Mónica González pone el dedo en la llaga con su proyecto “Geografía del dolor” que consiste en una serie de postales donde “los familiares de personas desaparecidas y asesinadas a lo largo y ancho del territorio mexicano narran las historias trágicas de todos y todas los que hoy están ausentes”. No se pueden leer sin sentir un profundo dolor y una enorme rabia. A cualquier lugar que vamos a hablar del trabajo que hacemos en NAR intentamos crear conciencia en el publico mayoritariamente joven sobre lo que representa tener a un familiar desaparecido.  Flavio Zermeño lo analiza desde el psicoanálisis:

Dar por muerto a un ser querido que está desaparecid@ es tanto como abandonarlo en donde quiera que se encuentre, pues por remota que sea la posibilidad de que se encuentre con vida, abandonar su búsqueda es abandonar en la más oscura incertidumbre entre la vida y la muerte a una hija, un hijo, una esposa, un esposo, una hermana, un padre... A partir de este momento quien busca a un ser querido que ha desaparecido queda irremediablemente en la posición de una espera sin fin, una espera des-esperanzada a la que por momentos solo la muerte parece poner fin: la muerte de quien busca o la de quien es buscad@.

Además de los desaparecidos, otro tema que debe seguir en la agenda publica y que debemos discutir a fondo en NAR es el surgimiento de las llamadas autodefensas o policías comunitarias en estados como Oaxaca, Estado de México, Colima, Veracruz, Chihuahua, Michoacán, Jalisco, Morelos y Tabasco. Muchos trabajos periodísticos y académicos abordan el fenómeno desde el romanticismo colectivista, sobre el derecho que dan los usos y costumbres para defenderse ante el crimen organizado y ante la ineficacia de las autoridades. Otras opiniones destacan su inconstitucionalidad y el peligro de que se conviertan  —o ya sean— grupos paramilitares como sucedió en Colombia con las Convivir. Creo que nos falta nadar en los grises del problema, por eso estoy de acuerdo con Rossana Reguillo que en una entrevista a Margarita Solano vocalizó una de sus preocupaciones:

Puedo entender que la justicia es un bien totalmente ausente de muchísimos territorios en el país en donde la presencia del Estado o no llega y cuando llega lo hace de maneras muy complejas y corruptas. Eso explicaría la necesidad de las poblaciones de auto dotarse de mecanismos para preservar la seguridad. Pero haciendo una lectura crítica, las guardias civiles pueden tener impactos profundos porque al final de cuentas, son territorios por fuera de la jurisdicción del Estado nacional.

Lo que parecería también estar fuera de las jurisdicción del Estado son los crímenes contra periodistas y medios de comunicación. Durante febrero hemos presentado el libro “Tú y yo coincidimos en la noche terrible” en diversos foros y  duele darse cuenta que conserva una actualidad preocupante. Digo esto porque los ataques a medios de comunicación siguen ocurriendo a mansalva. Por ejemplo, el pasado 7 de febrero fueron secuestrados 5 trabajadores del Siglo de Torreón que, por fortuna, fueron liberados más tarde. Digo trabajadores y no periodistas porque los secuestrados fueron dos administradores del sitio web, un trabajador del área de circulación y dos de crédito y cobranza. El medio no abundó más sobre el tema para proteger a sus trabajadores, pero me parece que el mensaje que llega desde esos “desconocidos” que igual rafaguean una redacción o hablan a las redacciones para dictar línea editorial, es claro y es que el oficio de informar sigue siendo de alto riesgo. En NAR no nos quedaremos de brazos cruzados y pronto estrenaremos un micrositio para que puedan acceder gratuitamente a todas las historias del libro, pero también para que tengamos un lugar para recolectar y denunciar este tipo de agresiones.